CUENTO
CLEMENTINA Y SU ALMACÉN
Erase una vez una señora llamada clementina que tenia un almacén y vendía ropa muy cara y tenia un servicio donde llevaba la ropa a domicilio, y su costoera de 20000, pero cada vez aumentaba y sus clientes desminuían, entonces esta señora decidió ponerartículos para llamar la atención, pero cuando las personas iban a comprar era muy caro y aquellas personas eran de bajos recursos, ella cada día consultaba como poder tenercalidad de lo que vendía y de que este articulo tuviera una larga vida, esta señora llamada clementina mejoro, ya que todo era aun buen precio y sus clientes aumentaron día tras día y monto otro almacén llamado emprendimiento y así mejoro más por lo cual sus vecinos y sus vecinas quedaron satisfechos de todo lo que ella había hecho, y sus vecinos y vecinas se volvieron unos de los mejores clientes de su almacén.
pero un día una de sus vecinas le pidieron que le vendiera su almacén, pero doña clementina no quería venderlo y su vecina decidió ayudarles con mercancía y así entre las 2 tuvieron el mejor almacén.
FIN
PRECIO, VALOR Y CALIDAD
RELACIÓN DE LA CALIDAD Y EL PRECIO
El concepto “relación calidad-precio” es utilizado por todas las personas, en la mayoría de los casos de forma intuitiva, que es cuando actuamos como consumidores de bienes o servicios. Es esta la perspectiva desde la que solemos enjuiciar este concepto con más frecuencia: la perspectiva del cliente. La otra perspectiva, la del proveedor de bienes o servicios, debería ser calculada pero también es intuitiva con demasiada frecuencia.
En el caso de la “relación calidad-precio”, del precio disponemos de su cuantificación medido en €, por ejemplo. De la otra parte, la calidad, solo disponemos de una percepción o estimación subjetiva a la que no solemos asociarle un número, por lo que su relación con el precio (o cociente) queda sin cuantificar. Sin embargo, sí sabemos ordenar este cociente o relación calidad-precio de varios bienes o servicios, lo que nos permite tomar decisiones como consumidores o clientes. Pero, ¿Cómo apreciamos que un determinado bien o servicio tiene una “relación calidad-precio” mayor que otro? ¿Por qué no nos atrevemos a dar un valor, cuantificándolo? ¿Por qué no hemos puesto nombre a este cociente, que simplificaremos de la forma q/p? ¿Qué puede hacer un productor o proveedor de bienes o servicios para mejorar q/p?
La primera cuestión sería respondida por la mayoría de las personas haciendo referencia a las percepciones que nos trasmite el bien o servicio o a la utilidad (en su sentido más amplio) que nos aporta. Nuestros sentidos son los instrumentos de medida utilizados, siempre matizados por la experiencia y todo tipo de influencias externas. También, y resumiendo, responderíamos que nos parece barato o caro: barato si la percepción global es positiva y caro al contrario. Una cierta indiferencia o posición de equilibrio nos haría responder que ese bien o servicio es simplemente aceptable, pero con toda seguridad no diríamos que la relación calidad-precio es la unidad, por ejemplo.
La segunda cuestión sería difícil de responder. Asumamos que a unas expectativas simplemente satisfechas le asociamos el valor unidad. Entonces, cuando quedamos sobradamente satisfechos le asociaríamos un valor superior y cuando quedamos insatisfechos un valor inferior a la unidad. Admitiendo esto, llamaríamos relación calidad-precio estándar a aquella cuyo valor es la unidad, es decir: q/p = 1. Esto implica que a la calidad (q) le estamos asociando el mismo valor numérico que al precio (p), o que es lo mismo, en este caso estamos haciendo coincidir valor con precio. Solo se trata de un caso particular de la gama infinita de valores que otorgaríamos a q/p, de ahí que la mayoría de las personas consideremos que Antonio Machado tenía razón al afirmar “es de necios confundir valor con precio”.
La tercera cuestión sería fácil de responder: nos arreglamos bien con “relación calidad-precio”. Pero ¿por qué el nombre de la “relación masa-volumen” es “densidad”? Podríamos encontrar muchas relaciones entre dos variables que tienen un nombre independiente. En nuestro caso, además, la calidad no tiene unidades en que expresarla, por lo que si la expresamos en unidades monetarias, q/p sería adimensional. Podríamos ver a q/p como una medida de la calidad contenida en cada unidad monetaria, algo así como mostrar lo “densamente cálido” que es un bien o servicio. Esto no es más que otra forma de referirnos al valor percibido por cada unidad monetaria que hemos pagado por ese bien o servicio. Cuando hablamos de q/p estamos “valorizando” a un bien o servicio, por lo que mi propuesta es llamar “valoridad” a la relación calidad-precio, que sería un número asociado a dicho bien o servicio. Otro asunto es cuantificar el concepto de valoridad, ya que, aunque se determinen algunos parámetros objetivos para su cuantificación, siempre estaría unido a percepciones individuales imposibles de parametrizar.
Las tres cuestiones anteriores suelen plantearse desde la perspectiva del consumidor o cliente, mientras la cuarta cuestión normalmente se plantea desde la perspectiva del productor del bien o servicio y no es fácil de responder. De la expresión de la valoridad (q/p) es inmediato deducir que la podemos aumentar de tres formas:
- 1) Disminuyendo el valor de p, es decir
- bajando
- el precio del bien o servicio.
- 2) Aumentando el valor de q, es decir
- modificar
- algunos de sus parámetros para mejorar su
- percepción.
- 3) Una combinación de las dos formas anteriores.
En el primer caso disminuirá el beneficio del productor, salvo que la función de demanda de ese bien o servicio se cruce con la nueva oferta en un punto que, la cantidad demandada, compense sobradamente la reducción del precio. En el segundo estaremos ante una situación similar, debido a que podrían haber aumentado algunos costes de elaboración. En este caso será la nueva función de demanda la que pudiera compensar sobradamente el supuesto incremento de costes en que se hubiera incurrido. El tercer caso, siendo una combinación de los anteriores, podrían verse afectadas las curvas de oferta y demanda simultáneamente.
Resumiendo vemos que, desde la perspectiva del consumidor o cliente, no es muy relevante dar una cifra a la valoridad, ya que siempre podría ordenar adecuadamente los bienes y servicios a los que accede para elegir el más conveniente a sus necesidades. Sin embargo, desde la perspectiva del productor sí que es importante poder acceder a su cuantificación, ya que sería un índice de su posición en el mercado en el caso de plantearse el mejorar la valoridad de su producto. Además, ante varias alternativas para mejorarla, cada una con su coste asociado, podría elegir aquella en que la relación entre el coste y el incremento de valoridad sea menor. Cómo cuantificarla y cómo mejorarla son cuestiones que posiblemente abordemos en el futuro
CALIDAD
La calidad es una herramienta básica e importante para una propiedad inherente de cualquier cosa que permite que la misma sea comparada con cualquier otra de su misma especie. La palabra calidad tiene múltiples significados. De forma básica, se refiere al conjunto de propiedades inherentes a un objeto que le confieren capacidad para satisfacer necesidades implícitas o explícitas. Por otro lado, la calidad de un producto o servicio es la percepción que el cliente tiene del mismo, es una fijación mental del consumidor que asume conformidad con dicho producto o servicio y la capacidad del mismo para satisfacer sus necesidades. Por tanto, debe definirse en el contexto que se esté considerando, por ejemplo, la calidad del servicio postal, del servicio dental, del producto, de vida, etc.
INNOVACIÓN DE LA CALIDAD.
En el entorno de la empresa actual no existen tareas más vitales para la dirección que la garantía de la calidad de sus productos y servicios y su constante innovación. Pocos sectores pueden permitirse ignorar un entorno de negocios cada vez más global y competitivo, en el que pequeñas diferencias en las prestaciones del producto o en las características del servicio, inclinan las decisiones de los clientes. En una sociedad donde el coste de la transmisión de la información y los costes transaccionales son muy bajos, se genera un entorno de alta relación. El mercado puede observarse como una compleja red de relaciones a través de la cual el sistema productivo genera valor. Todos los elementos de la red juegan un papel múltiple en el proceso, incluidos los propios clientes, que con su “feedback”, explícito o implícito, proporcionan valiosa información para la generación de nuevo valor. En consecuencia, las relaciones entre los elementos de la red son complejas y multidimensionales. El tradicional concepto de cadena de valor no hay que interpretarlo como un sistema lineal sino como un conjunto de agentes altamente complejo en sus relaciones. En esta red, los elementos menos productivos tienden a ser eliminados del sistema. Cuando esto ocurre es una simple cuestión de plazo que depende de la dinámica del entorno en el que está inmerso ese sistema. No es la cuestión reflexionar sobre si este contexto es o no adecuado; simplemente es el resultado inevitable del devenir de la sociedad y no hay más elección que aceptarlo como un hecho real y diseñar las estrategias empresariales tomando muy en consideración esta situación. Como consecuencia de esta relación compleja, el sistema se torna muy dinámico y las empresas necesitan de instrumentos para poder operar en él. Esto explica en buena medida la emergencia y desarrollo de nuevas estrategias empresariales. A comienzos de la década de los 80, el mundo occidental toma conciencia de la capacidad de las empresas japonesas para producir con bajos costes y alta calidad. Las primeras explicaciones apuntan a los bajos costes salariales y la cultura de supervivencia de ese país. Pero la expansión de aquellas empresas demuestra que son capaces de alcanzar los mismos resultados operando en países occidentales. Se trata en definitiva de una cuestión de método y cultura. Ésta se desarrolla mediante estrategias y políticas lideradas por la dirección y se refleja en unas actitudes muy orientadas hacia el cliente y sus necesidades, manifiestas o implícitas. El método está basado en procesos en bucle cerrado y acumulativos, y su manifestación más básica es el ciclo de Deming, conocido como PDCA (plan-do-check-act). Este ciclo, que tiene expresiones mucho más complejas, como veremos en la siguiente sección, es en esencia un proceso de aprendizaje: planificamos nuestras acciones con el conocimiento que poseemos, las realizamos y a continuación cerramos el proceso mediante una evaluación de los resultados que ha proporcionado esa acción, comparándolos con los objetivos propuestos. Esto nos permite sistematizar lo que funciona bien y buscar alternativas para mejorar aquello que no cumple las expectativas.
VALOR AGREGADO
Valor agregado o valor añadido, en términos de marketing, es una característica o servicio extra que se le da a un producto o servicio con el fin de darle un mayor valor en la percepción del consumidor.
Generalmente se trata de una característica o servicio extra poco común o poco usado por los competidores, y que le da a la empresa o negocio cierta diferenciación.
Para entender mejor este concepto veamos a continuación 10 ejemplos de productos o servicios que ofrecen un valor agregado:
- el restaurante que cuenta con un área especial para niños en donde se ofrece el servicio gratuito de guardería, y que cuenta con diferentes juegos electrónicos.
- la tienda que al comprar un producto, no solo nos lo llevan gratuitamente a nuestra casa, sino que también se encarga de instalarlo y darle un mantenimiento gratuito por tres meses.
- el jabón que además de realizar su función principal que es la de limpiar la piel, cuenta con una fórmula especial que permite al usuario protegerse de las picaduras de insectos.
- las frutas o los vegetales que son limpiados, pelados, cortados y presentados en un empaque especial, que se ofrecen en los supermercados para ser consumidos inmediatamente.
- la estación de servicios para automóviles que ofrece un menú con alimentos rápidos para las personas que tengan que esperar por el servicio.
- el restaurante que los fines de semana ofrece un show o espectáculo gratuito especialmente dedicado para la familia.
- el perfume que además de contar con un agradable olor cuenta con una fórmula especial que le permite obtener una fragancia de larga duración.
- la tienda que envuelve los regalos que compremos y que se encarga de enviárselos gratuitamente a la persona a la cual se los vamos a obsequiar.
- la agencia de autos que al vendernos un auto, nos lo entrega con el tanque lleno de gasolina.
- el taller de mecánica que al reparar nuestro auto, nos lo entrega totalmente limpio y con los servicios básicos de mantenimiento.
- el banco o la entidad financiera que ofrece una asesoría gratuita a sus clientes para guiarlos en la adquisición del producto más conveniente para ellos.
ATENCIÓN AL CLIENTE
Se designa con el concepto de Atención al Cliente a aquel servicio que prestan y proporcionan las empresas de servicios o que comercializan productos, entre otras, a sus clientes para comunicarse directamente con ellos. En caso que estos necesiten manifestar reclamos, sugerencias, plantear inquietudes sobre el producto o servicio en cuestión, solicitar información adicional, solicitar servicio técnico, entre las principales opciones y alternativas que ofrece este sector o área de las empresas a sus consumidores, los clientes de una empresa deberán comunicarse con este servicio.
Principales vías de atención al cliente: telefónica, correo electrónico, oficinas comerciales
Son variadas las vías a través de las cuales un cliente o consumidor puede comunicarse con el área de atención al cliente: por teléfono, normalmente se trata de líneas gratuitas, es decir, sin costo para quien llama, y que ofrecen una serie de opciones para resolver dudas, reclamos o sugerencias. Una vez que se selecciona la opción deseada lo atenderá un representante de la empresa que tomará nota del pedido o reclamo.
Otra de las vías de atención muy comunes por estos días es la de enviar un correo electrónico que llegará directamente a las casillas de quienes se desempeñan en el área de atención al cliente. Ofrecen la misma atención que las líneas de atención gratuitas y son ideales para aquellos que no gustan de esperar a que los atiendan.
Y obviamente muchas de estas empresas mantienen la atención al cliente presencial en sus oficinas comerciales a las cuales también los clientes o consumidores pueden acercarse para hacer su reclamo o dejar su pedido o consulta.
Si bien las dos formas mencionadas líneas arriba, teléfono y email, son las más usadas hoy, también hay clientes, especialmente los adultos mayores, que siguen prefiriendo asistir a una oficina comercial para resolver sus dudas y reclamos.
Si bien las dos formas mencionadas líneas arriba, teléfono y email, son las más usadas hoy, también hay clientes, especialmente los adultos mayores, que siguen prefiriendo asistir a una oficina comercial para resolver sus dudas y reclamos.
ESTADISTICA EN EL PRECIO
El costo de un producto es la suma del costo de los materiales, la mano de obra y la suma de los costos de todas las actividades realizadas para elaborar ese producto o servicio (CIF). El sistema de costos no solamente se debe preocupar por generar información sino que debe buscar la reducción de los costos; esto es como, convertirse en generador de valor agregado. Este costo se debe controlar con herramientas modernas acorde a los procesos productivos, una de ellas es el Control Estadístico de Procesos, con los cual se logra la reducción del mismo.
ESTADISTICA EN EL PRODUCTO
la estadistica en el producto comercial lo que hace es graficar el valor vendido en un mes, en una semana o diariamente.
la estadistica tiene por objeto el estudio de metos cientificos para mejor organización más que todo de empresas grandes con buenas finanzas para un mejor valanze y que la empresa no dentre el quiebre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario